El 7 de diciembre fue de asueto en Dubai, por lo que la COP28 sobre cambio climático estuvo cerrada. Sin embargo, el equipo del CEMDA se mantuvo activo y se sumó a dos eventos virtuales, uno sobre salud y cambio climático y otro para impulsar una acción global de mayor envergadura contra los combustibles fósiles.

 

En el primero, sobre ¿Cómo impacta la crisis climática en mi salud?, organizado por Agile, Health Journey y la Cámara de Comercio Británica (BritCham Business México), el director del CEMDA, Gustavo Alanís, habló sobre los impactos que tiene la quema de combustibles fósiles en la salud humana. En particular se refirió a las emisiones provocadas por la extracción, transporte y quema del gas fósil, cuyo principal componente es el metano. 

 

El metano no solamente hace daño almacenando calor, sino que es también un precursor del ozono, que cuando aparece en las capas más bajas de la atmósfera -las que nosotros habitamos- tiene impactos graves para las personas, que van desde irritación de las vías respiratorias o cuadros de asma hasta disfunciones pulmonares que pueden ser mortales.

 

Además, según halló un estudio reciente elaborado por Manuel Llano y Carla Flores Lot, de Cartocrítica, con apoyo del CEMDA, hay una asociación positiva entre la cercanía a los pozos del mal llamado “gas natural”, el lugar de residencia de las madres durante el embarazo y la presencia de malformaciones congénitas en los niños. 


En el segundo evento en el que participó el CEMDA mientras la COP28 estuvo en pausa fue el lanzamiento del Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles, una iniciativa de la sociedad civil que busca detener la extracción y quema de combustibles fósiles siguiendo los pasos del acuerdo que logró al menos ralentizar la proliferación de bombas atómicas.

 

El sustento de este proyecto está en que “el planeta entero está empezando a reconocer que una cooperación internacional sin precedentes será necesaria para prevenir la proliferación de combustibles fósiles, acabar con su infraestructura y reservas existentes, y asegurar una transición rápida y pacífica hacia alternativas más limpias y seguras. Al igual que hace cincuenta años el mundo necesitó un tratado para disipar la amenaza que representaban las armas de destrucción masiva, hoy en día, el mundo necesita un Tratado de No Proliferación de Combustibles Fósiles.”