La conferencia de las partes de la Convención Marco de Naciones Unidas para el Cambio Climático, la COP28, que tiene lugar en Dubai, Emiratos Árabes Unidos, está por llegar a su fin y el panorama está lejos de ser optimista. Varios países productores de petróleo —incluyendo al anfitrión— consiguieron que el borrador de la declaración evite inclusive pedir claramente una reducción del uso de combustibles fósiles, planteando esa acción como algo opcional que los países “podrían” incluir en sus acciones para llegar a las cero emisiones netas de carbono.
La situación hasta las últimas horas del lunes —cuando quedaba poco tiempo para conseguir un acuerdo con el que cerrar la cumbre— era tensa. Por ejemplo, Australia, Estados Unidos y Reino Unido dijeron que no firmarían un documento que, consideran, supone una “sentencia de muerte” para los países isleños pequeños.
Algunos otros consideraron que, a pesar de ese espacio, no todo en la declaración está perdido. Después de tres décadas de cumbres sobre el clima, ésta es la primera ocasión en que se llama abiertamente a reducir el consumo de combustibles fósiles.
La situación afuera de las salas de reunión tampoco fue calma. A pesar de las durísimas restricciones por parte del gobierno de Emiratos Árabes Unidos, cientos de personas se dieron cita bajo el sol para exigir que se abandonen los combustibles fósiles y se avance a un futuro libre de emisiones.
Parte de estas manifestaciones, así como de las protestas de delegados individuales al interior de la sede de negociaciones, tienen que ver con los pueblos indígenas, a los que no se ha incluido del todo en este proceso. Son ellos quienes brindan más servicios ambientales gracias a su buen manejo y defensa de los territorios que habitan, pero son también ellos quienes pagan los mayores costos: se los persigue, amenaza y asesina sin tregua. A pesar de ello, apenas se les menciona en los acuerdos finales.
Sobre la mesa queda, mientras tanto, el imperativo de todos los países, por su parte y en conjunto, de emprender acciones climáticas con la ambición que sabemos que hace falta. Cerrar la mecha de emisiones señalada por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático y cumplir lo firmado en el Acuerdo de París, después de todo, toca a cada nación.